jueves, 11 de agosto de 2011

3.6.11.


El día que comencé a vivir mi propia historia de amor se podría decir que fue un tres de junio de este año. Aunque, siendo sincera, podría decir que esto venía de unos meses anteriores. El amor llega en cualquier sitio, a cualquier hora. A mi me llegó en los pasillos del instituto. Lo que menos me esperaba, era que al pasar de un pasillo a otro, ahí estaría él. A partir de ese momento, mi cabeza no paraba de pensar y pensar en él, y mi corazón me reclamaba a gritos darle la oportunidad de sentir, por primera vez, por alguien. Yo necesitaba sentir. A partir del 13 de mayo, comencé a vivir una historia un poco por mi cuenta, pero el 3 de junio, esa historia ya era de dos. Lo único que le pido a la vida, es que igual que ha tardado tanto en ofrecerme esta oportunidad de vivir y sentir de tal forma, tarde mucho más en quitarme esta forma de vida. El hecho de despertar cada mañana y sentir que tu ojo derecho se abre por esa persona, y que cuando tu ojo derecho ya está acostumbrado al sol que entra por esa ventana, es esa persona quien te hace abrir el izquierdo. Y entonces, poder contemplar de tal forma la belleza del día a día. Puede que resulte un poco pronto hablar de Amor, y otras habladurías, pero lo que siento solo lo puedo saber yo e intentar de alguna manera que también lo sepa mi pareja. Con que esa persona lo sepa, me basta. El mundo, en esta ocasión, pinta poco.

A todos los que aún no hayan tenido la oportunidad de conocer el amor, ¡pedíroslo para reyes!, debería ser el regalo más solicitado, en lugar de tantos objetos de los cuales nos terminamos cansando.

Un abrazo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario